Sunday, February 19, 2006

Se-cuela (II)




Por el lado de la amiga


El día que ella llamó para invitarme, acababa de romper con mi novio de lo que hasta ese momento era toda mi vida, que no era mucha, pero si lo suficiente como para llenar algunos álbumes de fotos, vaciar algunos frascos de perfume y lucir algunos juegos de lencería fina.

Ella era mi mejor amiga. Sin embargo, hacia mas de un mes que no sabia nada de ella ni de cómo le había ido en su aventura. Después del cumpleaños de la Maca no la volví a ver más. Parecía que la tierra se la había tragado entera, a ella y a su amante.

Su invitación a pasar el fin de semana con ellos en Tunquén me pareció genial. Me daba una curiosidad malsana ver cómo se comportaban los tortolitos en la intimidad. Esa intimidad del amor y del cariño que no se comparte con cualquiera, ni aun con esos amigos que son nuestros confidentes. Ese trazo de realidad que es nuestra y de nadie más. El morbo que me dio no se lo pueden imaginar.

A él no lo conocía de nada, solo lo había visto un par de veces y me había parecido un buen tipo, no sé, uno de esos tipos a los que además de ser guapos, se les puede ver que tienen un cierto halo de misterio en la mirada. Esos hombres a los que parece que un tren de desgracias les ha pasado por encima, pero aun así siguen adelante, conquistando, seduciendo.

Al llegar a Tunquén todo me pareció extraño. La ropa estaba por el piso, los platos parecían estar sin lavar desde hace días, sus caras. Algo demacradas estaban, como si no hubieran dormido lo suficiente para sobrevivir, lo justo para no morir. Y ese olor a sexo pegajoso y húmedo de la orgía a medio terminar. No dije nada, ni una palabra sobre ese olor. No sé por qué, pero quería sentirme parte de todo eso.

Ella se me vino encima para abrazarme y llenarme de besos, diciéndome que como era de linda en venir hasta acá y estar con ella. Me acariciaba el pelo y me decía que me sintiera como en mi casa y que podía hacer y deshacer cuanto quisiera. Fue como entrar a un refugio suave, cómodo y caliente, donde la libertad y el amor eran los señores, y nosotros, pobres mortales, sus fieles y entregados súbditos. Me encantó. Era tan distinto a todo lo que había vivido hasta ese día, tan nuevo.

Desde que la conocí en una fiesta desenfrenada en casa de mi amigo, el chico Ruiz. Siempre supe que ella era una loca. Perdida en sus vicios. Pero esta parte sexual de su vida, nunca me la había mostrado de forma tan explicita, ni menos siendo yo su objeto de deseo.

Él, por el contrario, siempre estaba más distante, como esperando a ver mis reacciones frente a su amante antes de hacer o decir cualquier cosa, como un observador que espera, paciente y tranquilo, que los movimientos de su presa le indiquen el camino.

Durante la comida bebimos vino en cantidades industriales y nos reímos a mandíbula batiente durante horas de placer cultural. Disfrutando del gusto por conversar y tratar de entender las palabras que denominan nuestra realidad. Buscando desentrañarlas de las tierras del humor, donde el reírse de ti mismo te hace mejor. Ironía y placer para gozar de estar vivos y poder reír.

Le sacamos risas al demonio y éste nos devolvió el chiste. Tanta coincidencia entre nosotros, tanto querer disfrutar de ese encuentro, como brujas y magos en aquelarre sabático, como bichos humanos disfrazados de fiesta para la ocasión, como hienas en celo dispuestas a joder, y follar y tirar. Nos entregamos al dar y recibir, dar y recibir, forever...

Ciertas noches, en las que despierto sobresaltada por sueños en los que ella me mira a los ojos y me grita: Aprieta! Aprieta! Pienso en la razón que me llevó a enrollarme con ellos y dejar que el sexo fluyera como el agua entre nosotros.

A veces creo que fue la amistad. Nada mas que ser amigos, caernos bien, reír juntos, y el resto, solo sexo. Amigos que deciden jugar con el sexo y prestan sus cuerpos para la experimentación. Una cosa de niños lindos que se quieren y se quieren disfrutar mutuamente, como si fueran helados de distinto sabor.

O habrá sido que la quería mucho y que siempre me había gustado como mujer?
Era tan guapa, que cuando salíamos juntas por ahí a tomarnos una copa, ella era siempre el centro de las miradas. Los hombres la adoraban. Y algunas mujeres también.

En esas noches eternas, siempre termino dando vueltas en la cama pensando en lo absurdo de su muerte. Para no decir nada de lo macabro de nuestro actuar.

Pero que podía hacer, ¿pasarme al menos cinco años de mi vida pudriéndome en la cárcel por un accidente sexual? ¿Por una jugada del destino?

¡Yo no la quería matar!

Como iba a querer algo así, si yo la quería. Yo la quería de verdad.
Lo único que hice fue cumplir sus caprichos de perrita en celo que quiere gozar.
Yo también quería gozar, no lo niego. Pero no con la muerte. Ella sí.

A la noche siguiente, nos llevamos el cadáver de plata a la playa. Formamos una pira con todos los palos y leños que encontramos en la casa, y la quemamos.

Su cuerpo se hizo cenizas en ocho horas de frío y oscuridad. Con el mar a nuestras espaldas rugiendo sin cesar. Durante todo ese tiempo, nadie se acercó, nadie quiso dar esa noche un paseo por la playa. Ni un alma se dejo ver por ese agreste lugar.
Ambos sabíamos que si alguien aparecía, estábamos cagados, pero que si lo lográbamos hacer, seriamos libres para hacer una nueva vida, y renacer.

Él partió al día siguiente de Chile y nunca más he sabido nada de él ni de este asunto. Ella quedó en los registros, archivos y anales de la historia, como una desaparecida y él, no sé si vive aun, ni me importa. Para mi todo eso desapareció.

Tampoco me interesa saber nada, de verdad.

Ahora tengo un marido que trabaja mucho todos los días, dos niños que me quieren y que yo adoro, y un trabajo en el que las apariencias y las amistades, sí importan.

En fin, que tampoco es tan grave, no?

5 Comments:

Blogger Rocío said...

Me gusta cuando a medida que voy leyendo cada palabra estas se vuelven una droga que no puedo dejar de consumir

11:38 PM  
Blogger Shi Ho said...

Ella habla esta vez... Su resabio es penetrante y níveo. Se percibe, se huele. Aunque lo cubra de falsa armonía.
Es que el fantasma la persigue, y el sexo la llama, y le grita y le susurra al oído un escalofriante. te deseo . . .

Murmullos por doquier, fundidos en tu voz.

. EXCELENTE .

6:08 AM  
Blogger Shi Ho said...

¿Y la "Se-cuela (III)"?

Saludos actualizados!

4:14 PM  
Blogger Lo de Verdad said...

que miedooooooooooooooooo

2:46 AM  
Blogger carmEn farming said...

tantas luuuuuuunasssssssssssssss
como has estaso?

que fuerte el final de la historia, claramente el juego del sexo se fue de las manos

me encantan tus historias
un beso
carmEn

3:42 AM  

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